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La Junta y el baloncesto

Un apostador avispado observa un equipo de baloncesto que ha perdido sus refuerzos (jugadores extranjeros mejores anotadores). Observa que La Liga le aplica a este equipo reglas diferentes que a los otros (nota el discrimen de La Liga). Evalúa que el equipo está jugando con un banco mal entrenado porque el entrenador, no solamente desconfió de ellos, sino que nunca supo dirigir el equipo pues su función principal era buscar refuerzos (para que le dirigieran el equipo). El apostador concluye que apostaría en contra de este equipo, empero, los demás apostadores también. Se preguntará “¿cómo puedo hacer para que los demás apuesten a favor de este mal equipo mientras yo apuesto en contra?”

Puerto Rico es ese equipo. Perdió sus refuerzos que eran las industrias 936 que creaban la mayoría de los puntos (los excedentes económicos). Tales refuerzos no eran muy buenos porque venían más a pasarla bien (a no pagar impuestos) que a jugar por el equipo (producir). El Congreso (o La Liga) le quitó el vacilón a los refuerzos y se fueron. Puerto Rico dejó de anotar y a perder más partidos (a endeudarse). El Congreso (La Liga) decidió que Puerto Rico no podía declarar la quiebra a sus corporaciones públicas. Los equipos que juegan en el mercado municipal de deuda estadounidense (acreedores y deudores) le aplican las mismas reglas, excepto a Puerto Rico. Es decir, La Liga decidió que cuando Puerto Rico comente una falta personal (por jugadores que no anotan muchos puntos malentrenados), no solo le pitan la falta, sino que ésta incluye una gran falta técnica. La clase política (el entrenador), que siempre ha vivido de refuerzos para ganar (incentivos 936, fondos federales, préstamos estadounidenses), no sabe dirigir el equipo sin refuerzos. Al fin y al cabo, la Liga siempre apoyó a ese entrenador precisamente porque privilegiaba a los hijos de sus directivos (los refuerzos), en contra de los locales. Todo un negociazo para los hijos de unos y el entrenador.

¿Y quién es ese apostador avispado? Los fondos de cobertura (buitres) que se aprovechan de tal escenario y culpan exclusivamente a la clase política (al entrenador). Le dicen a La Liga y a los puertorriqueños (fanáticos) que el entrenador tiene que irse a las gradas. Recomiendan a un entrenador “prestigioso” (Junta de Control Fiscal Federal)para que se encargue de dirigir al equipo pero sin refuerzos, con las reglas de La Liga en su contra y explotando a los mejores jugadores de la banca (empresas locales y trabajadores) siempre mal entrenados y sin infraestructura adecuada para foguearlos. Luego el apostador promociona que con ese “entrenador prestigioso” el equipo ganará. Apostará a favor del equipo. Creado “el momentum” (el entusiasmo), venderá su apuesta a otros apostadores una vez les tomó el pelo a ellos y a los fanáticos del equipo y apostará en contra. By the way, ese avispado apostador es un gran promotor de La Liga (contribuyente de campañas políticas de congresistas).

El problema es que los fanáticos de este equipo están cayendo en el juego creado por el apostador avispado ante la ira que sienten por el entrenador. No ven que La Liga: 1) trata discriminatoriamente diferente al equipo; 2) no responde al mejoramiento del equipo, sino a sus patrocinadores; 3) hizo al equipo dependiente de refuerzos extranjeros firmemente al actual entrenador porque privilegiaba a sus hijos (refuerzos), sentando en la banca a los locales.

Entonces, ¿qué pasará con los fanáticos cuando pierda su equipo de la peor manera, a pesar del nuevo “entrenador prestigioso”? No irán más a los partidos (emigrarán) y el equipo tendrá menos dinero para pagar a jugadores de la banca ya explotados. Así el equipo seguirá perdiendo pero el apostador avispado ganará una gran tajada, aprovechándose del discrimen que sufre sus jugadores y el desconocimiento de sus fanáticos.

Esa es la Junta de Control Fiscal Federal en términos “baloncelísticos” .

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